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por Ricardo Garijo

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Klimt&Schiele

En Klimt & Schiele. Eros y Psique, Michele Mally y Ariana Marelli, quienes ya colaboraron en el documental Hitler Vs Picasso y otros artistas modernos (Claudio Pollio, 2018), deciden ahondar más allá del trabajo pictórico de estos dos artistas, como se deduce del apéndice copulativo del título. No se trata de un estudio pormenorizado del catálogo de los artistas, sino de investigar cómo su pertenencia a la denominada Secesión de Viena, influyó en su trabajo.

El erotismo y el psicoanálisis fueron factores determinantes para todos los artistas vieneses de finales del siglo XIX y principios del XX. El filme no se detiene solo en las figuras de Gustav Klimt y Egon Schiele, sino que expande su objeto de análisis a una pluralidad multidisciplinar de artistas, entre los que están el compositor Gustav Mahler, el escultor Koloman Moser o el escritor Arthur Schnitzler.

Obras de este último, como La Ronda o La señorita Elsa, ejercen una gran influencia en el pensamiento de la época. Sobre todo, como acompañantes al trabajo de otra de las grandes figuras del movimiento, el doctor Sigmund Freud, cuya teoría del psicoanálisis es el subtexto recurrente en la obra de los dos famosos pintores… Y es que todos estos artistas parten de dos premisas en su discurso: la primera, el hecho de que reconocen el impulso erótico dentro del ser humano; la segunda, que en sus obras existe una intención de capturar tanto lo que ocultamos bajo “la máscara”, es decir, aquello que se parapeta en el subconsciente. Esto fue algo que resultó de vital importancia en la Viena de la época, una opulenta y decadente ciudad quebrada por la Primera Guerra Mundial, lo que desencadenaría el fin del Imperio AustroHúngaro, que hasta entonces y durante siglos, había sido la cuna de grandes pensadores.

El guion de Marelli es soberbio en su exploración de todas las arborescencias del planteamiento del film. Consigue profundizar en el hilo narrativo del documental, mientras nos muestra los distintos puntos de vista; algo que suele resultar un escollo para muchos documentales, donde el guion resulta secundario y dependiente de lo que las imágenes son capaces de conseguir.

Mally, por su parte, decide seguir el ejemplo de la Viena de aquella época, dejándose de sutilezas. En primer lugar, recurre a Lorenzo Richelmy como narrador del documental, y el actor italiano brinda una gran conexión con la profundidad emocional del films, al menos cuando está delante de la cámara, ya que su voz en off se vuelve casi robótica. Pero la directora va más allá incluso, con una planificación voyeurista que busca conectar con la naturaleza prohibida de lo que está mostrando, combinando planos de gran belleza y serenidad con otros inquietantes, novedosos y para nada estilizados, donde suele manchar el plano, recurriendo a objetos en primer término, lo que nos hace sentir como niños que observan algo que no deberían ver. Lo intrusivo de la banda de sonido potencia también este trabajo audiovisual, creando una atmósfera digna de la temática trabajada por Klimt y Schiele.

Klimt&Schiele1

Otra aspecto que se agradece mucho, y que tiene algo que ver con el hecho de que sean dos cineastas las coautoras de la película, es que se dedique parte del metraje a descubrir a las mujeres artistas de aquella época. Algo que la mayoría de los documentales o historiadores parecen obviar o incluso eludir, quedándose en la manida reflexión del cómo los “artistas masculinos reivindicaron la figura femenina”,  al que por ejemplo, también sucedió con la generación del 27, hasta que Tània Balló actualizó la historia con su libro y documental Las Sin Sombrero..  Así, dentro de Klimt & Schiele. Eros y Psique existe un pequeño bloque que reivindica a la diseñadora Emilie Flogue, a la escritora Hermine Hug-Hellmut y a la fotógrafa Dora Kallmus, quienes además lucharon por la emancipación de la mujer.

Más que un recorrido por la obra de Klimt y Schiele, este documental es una ventana para entender lo que los removía, y tanto ellos como el resto de los artistas de la época quedarían muy satisfechos (si aún viviesen) del cuadro que Mailly y Marelli les han dedicado. Porque, como dice el grabado que da entrada al Pabellón de la Secesión de Viena: “A cada época su arte. Para cada arte, su libertad”.

Calificación de la película
5/5

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