Los escenarios para el desarrollo de la historia son sólo dos, la nave espacial y el apabullante paisaje polar, y no es necesario más. Intensidades blancas y heladas, aún inexploradas, con temperaturas por debajo de los cincuenta grados bajo cero, habitadas por fauna singular, mares congelados con icebergs errantes y los amenazadores glaciares de las soledades polares. Todo este paisaje inhóspito que se muestra en Cielo de medianoche ejerce sobre nuestra mente una fascinación hipnótica. Los Polos se erigen como la prueba definitiva de una Naturaleza totalmente indiferente a la existencia del hombre. Se trata en suma de un lugar donde, solo en condiciones precarias y a cuenta de un esfuerzo y tecnología maximizados, el ser humano es capaz de sobrevivir. En este escenario, la epopeya del protagonista nos fascina pero a la vez nos espanta.