La película deambula por distintos géneros además, a medio camino entre la road movie y una comedia romántica donde los personajes interactúan a duras penas. Lo más paradójico es que la película, gracias a su buena realización y factura, logra sostenerse casi milagrosamente, y así, cuando el espectador se da cuenta de que la historia no le va a llevar a ningún lugar, esta termina. La brevedad del film (de apenas hora y media), por lo tanto, impide el aburrimiento. Y es que, a pesar de que los acontecimientos no se suceden de manera orgánica, lo cierto es que resultan disfrutables por sí mismos. Por ejemplo, las dos secuencias de baile, una al estilo del musical americano y la otra al estilo Bollywood: ninguna tiene justificación aparente, pero están tan bien resueltas que a uno se le olvida su razón de existir.