BUENOS VECINOS

por Adelaida Valcarce

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Buenos Vecinos película islandesa (2018)

Nadie dijo que vivir en una comunidad de vecinos no es en muchas ocasiones un ejercicio de riesgo. Ya lo vimos en películas como De repente, un extraño (1990), con aquel psicópata en el piso de al lado o la descacharrante Malditos vecinos (2014), con aquella pareja acosada por las juergas sin fin de su chalet colindante. En esta línea pero más sobria y con humor muy negro, llega esta semana a nuestras pantallas Buenos Vecinos del director Hafsteinn Gunnar Sigurdsson,  que causó sensación en el último Festival de Venecia. En ella, vemos cómo tres familias gradualmente se ven afectadas por la paranoia, el egoísmo, la obcecación y la falta de empatía.  El film entremezcla de manera sutil la fría comedia nórdica con el drama psicológico y el estudio de los personajes, lo que derivó en todo un éxito de taquilla y de crítica en su país de origen, Islandia, elegida para los Oscar como Mejor Película de habla no inglesa.

La trama narra cómo un hombre es acusado de adulterio por su prometida y obligado a trasladarse a casa de sus progenitores. Mientras lucha por la custodia de su hija, se ve progresivamente envuelto en una disputa entre sus padres y sus vecinos a propósito de un viejo y hermoso árbol que proyecta sombra en el jardín colindante. Que la sombra de un árbol sea un problema puede parecer una nimiedad en un país como España, pero en un clima como el nórdico, se convierte en una cuestión de vida o muerte tanto metafóricamente como real.

Crítica Película Buenos Vecinos 2018 - Islandia

Lo mejor de la película es la construcción de todos sus personajes, lo que callan en vez de lo que cuentan, lo que dejan de realizar en lugar de hacer. Especialmente brillantes resultan las interpretaciones de Steinpórsson, que hace el papel del hijo, hostigador y agresivo sin ser nunca violento, y de Lára Jóhanna Jónsdóttir, la madre, que muestra una frialdad y un desprecio hacia los demás  acordes con el desangelado  paisaje. Su neurosis es la piedra angular del film.

El cine islandés suele ser directo, sin mucho artificio estético, y en esta línea se encuentra la película, áspera, reflexiva, adulta sin dejar de ser melancólica e inteligente. Una propuesta muy interesante y claro exponente de la tradición fílmica de las tierras del norte.

Calificación de la película

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