HAPPY END

por Adelaida Valcarce

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HAPPY END AFICHE

Una mujer adulta se prepara en el baño antes de dormir: se lava los dientes, se enjuaga, se da crema, hace pis, tira de la cadena y desaparece tras apagar la luz camino de la cama. Esta cotidianeidad tan reiterada, de sobra conocida, es grabada por alguien al comienzo de la película. El director  no es otro que Michael Haneke y quiere hacernos partícipes de su voyeurismo. No es la primera vez que las imágenes captadas de forma casera fascinan al cineasta (El vídeo de Benny, Funny Games,…) ni será la última.
Happy End, que muchos consideran como título menor en su filmografía, en realidad no lo es. Presentada en el último festival de Cannes, el film contiene todos los temas que obsesionan al cineasta y que tan magistralmente sabe llevar a la pantalla: está la eterna descomposición de la alta burguesía, atrapada en sus depravaciones como si fuera víctima de sus propios prejuicios, también hallamos la violencia a veces sin motivo aparente filmada siempre en plano largo, para que el espectador la sufra doblemente, al enmarcarla en su entorno y a la vez esforzarse por entenderla. También hay niños víctimas que serán verdugos y martillos para machacar a otros. Y como no, también hay muerte, natural y provocada.

Y con este cóctel discursivo y temático, Haneke se vuelve a apoyar en sus actores, precisos como modistas en el corte de sus personajes a la medida del director: Jean Louis Trintignant (Amor),  Isabelle Huppert (La pianista), Franz Rogowski (En tránsito) y sobre todo la casi debutante Fantine Harduin, entre otros. La trama no puede ser más sencilla: una familia acomodada de Calais (lugar de paso, atestado de inmigrantes) vive ajena a la realidad que les rodea en plena decadencia económica y moral mientras intentan aparentar lo contrario. El patriarca, un anciano que sólo desea morir, convive con sus dos hijos, ambos con familias desestructuradas a pesar de su aparente normalidad.  Este escenario  se verá agitado con la llegada de una joven miembro de la familia que viene a descomponer lo que con tanto trabajo se intenta mantener en pie.

Esto es Happy  end, un peldaño más en la magna filmografía de Michael Haneke. Sólo queda paladearla  pausadamente, como  se degusta un manjar, pero ojo,  lo que verán los espectadores en la pantalla es una delicatessen solo recomendada a los paladares más exigentes (y resistentes). A estos no les defraudará. 

Calificación de la película

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