por Dita Delapluma
En la película, una modesta compañía de teatro de variedades, en la Polonia anterior a la 2º Guerra Mundial, entre sus números cómicos tiene -para vanidad del dueño del teatro, Bronsky, encarnado por Brooks- un número dramático, consistente en el monólogo de Shakespeare. Como el actor puede prolongar dicho monólogo más de diez minutos, ese tiempo es aprovechado por su mujer para verse con un joven oficial de las fuerzas aéreas. Cuando estalle la guerra, la compañía se verá implicada en un peligroso complot, que resolverá con tanta inventiva como comicidad.
Soy o no soy es una cinta divertidísima y que cuenta con actuaciones memorables, de parte de actores que, interpretando a su vez a actores, nos demuestran cuánto aman su profesión y cuánto significa para ellos actuar. Buena muestra de ello es el monólogo de Shylock (el judío de la obra de Shakespeare El mercader de Venecia), recitado por uno de los actores de la compañía para crear una distracción