Es el día de la foto de empresa y uno de los contables, François Pignon, no queda enfocado y se deja sacar de ella. No tiene demasiada importancia, pues poco después se entera de que habrá un recorte de personal y le van a despedir. Divorciado, pero aún enamorado de su ex mujer, con un hijo que le ignora, sin amigos, sin autoestima y aparentemente sin ningún atractivo de ningún tipo, su despido es la puntilla y Pignon decide suicidarse. Pero un gatito gris y su nuevo vecino se lo impedirán, yendo con este un poco más allá, ya que también le ayudará a conservar su puesto de trabajo haciendo que se finja homosexual. En un principio, el protagonista no tiene mucha fe, porque él no sabe actuar, pero su nuevo amigo le tranquiliza y sugiere que no cambie en nada su forma de ser. Será la mirada de los demás lo que se altere.