Decía Leone que Eastwood “tenía dos maneras de actuar: con sombrero y sin sombrero”. Y durante mucho tiempo, sus intervenciones televisivas en la serie Látigo (Rawhide) fueron duramente criticadas por su modo de hablar, seco y entre dientes. Eastwood se defendía argumentando que un auténtico vaquero no hablaría como un literato y, durante su trabajo con Leone, se desquitó haciendo que su personaje hablase lo menos posible. Según el actor, la escasez de palabras haría subir enteros al personaje en presencia en la pantalla, y tenía razón: igual que mostrar lo menos posible al monstruo en las películas de terror lo hace tanto más horrible, cuanto menos hablaba el Rubio, más imponía en escena y más valían sus palabras cuando se dignaba a pronunciarlas. En la cinta que nos ocupa, aunque tenga algo más suelta la lengua, su personaje bebe directamente de aquél, y la esencia sigue siendo válida.