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A duro la preferente

Por Dita Delapluma

Una navidad de locos

Si pensabas que «Virus» es la peor película de Jaime Lee Curtis, es que no has visto nuestra cinta de hoy. Hoy, en A duro la preferente, Una navidad de locos.

Si pensamos en Navidad, inevitablemente pensamos en familia, en nuestro padre diciendo que esta es la última Navidad que ve para que los nietos le callen a besos, en tu hermana quejándose de que se ha pasado ocho horas en la cocina para que luego los niños sólo quieran comer dulces, en tu cuñado diciendo que él los langostinos los consigue más gordos y más baratos en un sitio que él conoce, y en el tío Chari cantando Jingle Bells Rock en inglés inventado porque se le ha ido la mano con el tinto. Y sí, puede parecer cutre, pero… ¿qué son unas navidades sin familia? Pues eso es lo que le va a pasar a los Kranks (Jaime Lee Curtis y Tim Allen), porque su hija se fue a estudiar a la universidad y les ha dicho que no volverá para Navidad.

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Lógicamente, una navidad sin su única hija no les apetece nada, así que deciden tirar por la calle de en medio y saltarse la fiesta, y en su lugar largarse de crucero. Lo que podría parecer una decisión inocente, se tornará un trastorno en el vecindario cuando decidan no decorar su casa, y esta no sólo desentone severamente con el resto del barrio, sino que se convierta en casi una provocación para el mismo. Aquí, y con especial afecto, hay que nombrar al «autoelegido» cabecilla de la vecindad, Vic Frohmeyer, encarnado por Dan Aykroyd, quien será el primero en embestir contra la falta de espíritu navideño de sus vecinos y su obstinación en no querer ser sus rivales en lo que al concurso de casas decoradas se refiere.

Seamos francos: no es una maravilla de película, y todos sabemos qué derroteros va a seguir apenas comienza. Es, objetivamente, mala, pero lo suficientemente divertida y bondadosa para no llegar a ser en exceso aburrida. Simplona y buenista, su propia moralina no la deja despegar y peca mucho de tratar poco menos que de villanos a todos aquellos que no se integren en el espíritu navideño, pero te arrancará buenas risas y es agradable para verla con niños y abuelos mientras tomamos chocolate y polvorones.

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