EXPEDIENTE 64. LOS CASOS DEL DEPARTAMENTO Q

por Adelaida Valcarce

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Expediente64

El thriller procedente de los países nórdicos está de enhorabuena una vez más. No son pocos los títulos notables que nos han llegado desde estas latitudes en los últimos años: las trilogías literarias de Pusher o Millennium, Headhunters, Reykjavík-Rotterdam, Dinero fácil, las sagas de Varg Veum o Los crímenes de Fjällbacka… y la lista no acaba. Un hecho que refuerza esta aseveración es que Estados Unidos ya ha ensayado remakes de algunos de ellos, y sus principales artífices han sido fichados por Hollywood. No hay que olvidar que este boom cinematográfico surge a raíz del empuje de la novela noir nórdica, con la exitosa saga literaria de Stieg Larsson en cabeza. En esta última década se ha hecho fuerte, y uno de sus mayores alicientes reside en la manera en que viene a desmontar el idealismo con el que contemplamos a la civilización y a la sociedad de los países del norte de Europa, estando presente en estos universos diegéticos la corrupción y el crimen, conformando así una cara tan poco amable y desconocida como sorprendente y necesaria. Sea como fuere, se estrena en España otra película para sumar a dicho movimiento, y encima como obra mayor del mismo. Se trata de la cuarta entrega de Los casos del Departamento Q, que, obviamente, es una adaptación de una serie de novelas policíacas escritas por Jussi Adler-Olsen.

Durante la reforma de un inmueble, tras una pared aparecen  tres cadáveres momificados alrededor de una mesa, con un asiento libre. El detective Carl Mørck y su asistente Assad deberán entonces seguir la pista que les conduce hasta una institución donde se ejecutaban experimentos médicos. Allí, intentarán descubrir la identidad de los cadáveres, deviniendo una retorcida historia en el contexto de un caso reabierto debido a la tozudez de dos policías en horas bajas, cuyas vidas (y carreras profesionales) confluyen repentinamente en la oscuridad del Departamento Q -una suerte de confinamiento temporal para los agentes en pos de la jubilación forzosa, en el que se clasifican casos cerrados-. En Expediente 64, más allá de su deber, y en oposición a sus jefes, indagarán sin descanso hasta verse envueltos en una trama más turbia y compleja de lo que indicaba el cerrado expediente. Estos policías, a los que conocimos en la primera entrega de la saga, y a los que se toma cariño, están a punto de separarse definitivamente tras una caída a los infiernos. Pero no conviene desvelar más detalles de la historia porque, aunque la trama del film es más bien sencilla, hay bastante margen para la sorpresa, más cuando el encargado de hilvanar esta historia entre diálogos, giros y descubrimientos ha sido el guionista de la mencionada Millennium, Nicolaj Arcel. Se trata de una adaptación más relajada y personal que la mencionada, aunque sería injusto no decir que, probablemente, ya la hemos visto antes porque los recursos empleados son los típicos del género.

JOURNAL 64

Desde la primera secuencia, que te impacta frontalmente, Expediente 64 rememora el clásico posmoderno Seven (David Fincher, 1995), aunque por fortuna prevalece la sensación de estar ante una película con un estilo y una personalidad propios (como por otra parte tienen el resto de películas de la saga). La textura visual del film remite al cine de este realizador, lo cual también es extrapolable al tono frío y sórdido que emplea y a la innegable fuerza que se desprenden de las imágenes. Hay ritmo, claustrofobia sensorial y la química de la pareja protagonista hace progresar la tensión hacia un final que deja sin aliento. Quizá en definitiva no sea ni más (ni por supuesto menos) que un ejercicio brillante y muy respetable antes que un trabajo memorable, pero con una contundencia en los resultados digna de elogio.

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Calificación de la película

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