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por Daniel Utrilla
Vivarium, dirigida por Lorcan Finnegan que también la escribe, llega a las salas… bueno, en realidad llega a la “sala virtual” que ha abierto la distribuidora A contracorriente. Y es que vivimos tiempos extraños, la pandemia del Covid 19 nos ha encerrado a todos en nuestras casas, y los hábitos de consumo cultural están cambiando a marchas forzadas. Por este motivo, es de agradecer que podamos disfrutar de estrenos tan interesantes como este.
Vivarium narra la historia de una pareja, Gemma (Imogen Poots) y Tom (Jesse Eisenberg), maestra de escuela y jardinero respectivamente. Están a punto de dar un gran paso en su vida, ya que planean comprar una casa juntos. Su búsqueda les lleva a visitar un extraño vecindario, una urbanización que bien podría haber salido de un catálogo americano de los años 50. El esperpéntico agente inmobiliario que les enseña la casa, la número 9, es la primera pista de que algo va mal en aquel lugar. Pronto, los jóvenes quedan atrapados en la urbanización. El vendedor ha desaparecido y no consiguen alejarse de la puerta de la casa. Una caja con comida y otra con un bebé dará inicio a su odisea.
La película tiene, en principio, ese encanto que destilan películas como la canadiense Cube (1997) o la más reciente y española El Hoyo (2019). Donde sus protagonistas están encerrados en extraños lugares, las normas de dichos habitáculos generan en el espectador tanta angustia como interés por su misterioso propósito.
Y es que la casa, equipada con todas las comodidades modernas, no deja de ser una jaula de la que Tom y Gemma no pueden escapar. Para colmo, el bebé, crece en menos de tres meses hasta convertirse en un aterrador niño. Chilla constantemente, los observa e imita sus voces de manera muy perturbadora.
Como es habitual en esta clase de películas, con el paso del tiempo, los protagonistas van perdiendo la cabeza. Y es lo que les sucederá a la joven pareja y tal vez al espectador.
La película tiene un primer tramo muy interesante, atrapante y angustioso. Consigue su objetivo, a la hora de que queramos saber más de esa extraña “maqueta” en la que viven Tom y Gemma. Pero lamentablemente la trama va perdiendo fuelle hasta terminar, en opinión de quien escribe, en un insatisfactorio final. Deja por el camino grandes ideas, muchas preguntas y un desaprovechado escenario.
En estos tiempos de cuarentena nos sentiremos identificados, más aún los que tengan hijos. Y será interesante reflexionar sobre algunas cosas que plantea la película, como el orden establecido a la hora de crear una familia. No creo que la película cale mucho en los que esperen ver algo más que un experimento de ciencia ficción, con buenas ideas, pero como tantos otros sin un buen remate que nos haga recordarla mucho tiempo. Entretenida pero rápidamente olvidable.
