RODIN

por Adelaida Valcarce

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Afiche de Rodin

El Festival de Cannes 2017 celebró el centenario de la muerte de Rodin con una película proyectada en la selección por la Palma de Oro. Rodin, del francés Jacques Doillon (Mis escenas de lucha, Le mariage à trois) narra una década  del escultor en su madurez tanto personal como artística y sus inseguridades estilísticas en su afán  por hallar una escultura que mostrara fielmente las pasiones humanas y su amor por su alumna y amante, Camille Claudel (interpretada por Izia Higelin).

Estamos ante una película de época, ambientada con mucha precisión  en los talleres del artista en París y Meudon, donde  Rodin-Claudel entablaron una gran complicidad artística, hasta que la ruptura de la pareja y el ninguneamiento  de ella como escultora por el mundo del arte llevó a Camille a la locura, mientras que August  daba vida a obras maestras como la Puerta del Infierno (su primer encargo para el Estado) o su conocido Balzac (monstruo de las letras francesas ya en aquel momento).

La figura de Claudel ha sido tratada en sendas películas anteriores destacando sobre todo la arrebatada  interpretación de Isabelle Adjani en La Pasión de Camilla Claudel y la recreación de la artista en sus últimos años por Juliette Binoche en Camille Claudel, 1915. En cambio la figura inmensa del escultor siempre ha tenido un tratamiento más secundario en el cine y de ahí la importancia de la película.

En el papel de August Rodin, está el siempre polifacético y efectivo Vincent Lindon (La ley del mercado, Los caballeros blancos). Él sabe dotar al personaje de una calidez que las biografías oficiales ocultan, presentándonos siempre al escultor de manera poco empática. Además está el formidable trabajo de caracterización que provoca en el espectador la sensación de asistir a unos años de la vida del artista de forma privilegiada, así como al inicio de la escultura moderna.

Rodin con Vincent London

Algo que juega en contra de la cinta es su excesivo metraje pero tiene su justificación en los necesarios largos parlamentos del protagonista que se encuentra en una encrucijada vital y definitiva: sus dudas no sólo afectan a lo profesional, si no que se debate entre la relación mantenida con la madre de su hijo, casi una criada a su servicio, y la voluptuosidad de su relación con las modelos que posan para él o con la propia Camile.

Reproducir vídeo

La humanización del escultor es el verdadero acierto de un film que sume al espectador en la vorágine creadora del genio francés y a pesar de su sobriedad narrativa, logra momentos de gran emoción.

Calificación de la película

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