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por Daniel Utrilla Cerezo
El cine coreano está de moda. Llevamos muchos años disfrutando de unas películas de gran calidad, cuyo origen nos lleva hasta el país asiático. Bong Joon-Ho es uno de los directores con mayúsculas dentro de la industria cinematográfica surcoreana.
Él es el responsable de películas como Memorias de un asesino (2003), The Host (2006), SnowPiecer (2013) u Okja (2017). Esta última, producida y estrenada en la plataforma Netflix, fue el detonante de la “gran guerra de Cannes”, sobre si debe ser seleccionada una película que no se ha estrenado en salas, y sí en el salón de nuestras casas.
Lejos quedó esa guerra (aunque sigue abierta). Parásitos, la película que nos ocupa, ha ganado la Palma de Oro en la última edición del festival galo. No es para menos, estamos ante una cinta que roza la perfección.
Parásitos nos narra la vida de una familia de lo más pobre, que trata de sobrellevar la vida con cierta dignidad aunque con poco éxito. Por otro lado tenemos a los Park, que son todo lo contrario, una familia adinerada con todos los lujos sobradamente cubiertos. No explicaré nada más sobre la trama, es más, si podéis prescindir del tráiler, mejor que mejor… ya que es un placer descubrir todos los giros y sorpresas que guarda esta alocada historia.
A destacar la buena labor del director a la hora de presentar a sus personajes. Quedé gratamente sorprendido de como en los primeros minutos de la cinta, la historia te coge de la mano y te lleva de la butaca a un barrio humilde de Corea del Sur. Es algo que me apasiona del cine, la capacidad que tiene de transportarte a lugares que no conoces y de los que no quieres salir una vez estás allí. Parásitos consigue que en diez minutos estés enamorado de sus protagonistas, de su decadente barrio y fascinado por sus tristes vidas.
¿Pero es ésta una película dramática? Otro de los regalos que te hace ya durante los primeros minutos es el humor. Pese a vivir en una situación de miseria, esta familia lo lleva todo de una manera muy cómica y se agradece mucho.
Cinematográficamente hablando, Parásitos tiene planos realmente bellos, que además están acompasados con una música hecha a la medida. Un ejercicio de puro cine que demuestra que Bong Joon-Ho es un autor a tener muy en cuenta.
En el lado actoral, es difícil sacar algún defecto, todos están bastante bien. Destacan sobre los demás Park So-Dam y Choi Woo-Shik, hija e hijo de esta alocada y humilde familia. Ellos dos llevan el peso de la historia, aportando un humor y una presencia que no te deja indiferente. Son dos personajes sencillamente geniales, tanto en interpretación como en guión.
Como única pega, el tercer acto no ha estado a la altura del resto de la película. Era complicado, pues estamos ante una cinta llena de giros, humor y sorpresas, cuyo ritmo está muy bien llevado. Es una película trepidante en la que se abren muchas tramas. Esto provoca cierto desgaste en el espectador y no todas las tramas tienen una resolución a la altura de la maestría mostrada previamente.
Bong Joon Ho firma su mejor película hasta la fecha. Y como en toda su filmografía, no deja de meter el dedo en la llaga con temas de lo más actuales. Ya sea un monstruo en el río, un tren que no para nunca o una especie de cerdo-hipopótamo gigante, este director no pierde la oportunidad de denunciar alguna injusticia.
No lo pienses mucho, compra una entrada y déjate llevar a Corea de la mano de esta gran película, Parásitos.
