Por tanto, parecía lógico que el cineasta manchego acabara abordando el clásico del dramaturgo francés. Lo hace imprimiéndole su evidente huella y de manera muy libre. El uso de la banda sonora de Alberto Iglesias, que el propio compositor adapta de sus composiciones previas para los largometrajes del director, o la presencia de la estética colorista y pop dejan patente que estamos ante una obra inequívocamente personal. Lo mismo se puede decir del cameo de su hermano Agustín, habitual productor de sus cintas, o de que la mujer protagonista, interpretada por Tilda Swinton, comparta gustos similares con el realizador, como el cine de Douglas Sirk, la obra literaria de Truman Capote o el libro Manual para mujeres de la limpieza, recopilación de relatos de Lucia Berlin que el director estudia llevar a la gran pantalla próximamente.