por Adelaida Valcarce
Éste es un caso más… La Buena Esposa encierra en su universo de cotidianidad todo un arsenal de sentimientos, de secretos compartidos y del agridulce sabor del amor abnegado, pero también se nutre de los silencios, de los deseos y los momentos de soledad, elegidos o no. La interpretación de Close resulta memorable por su sencillez y efectividad, y resultará merecedora de premios con toda probabilidad. Su personaje desprende humanidad, complejidad, realismo…
También es justo reconocer que el desenlace se ve venir y que no se asumen excesivos riesgos narrativos en todo el desarrollo de la trama, si bien la eficaz puesta en escena y la arrolladora interpretación de la protagonista son suficientes para poder recomendar el film. Más en estos tiempos reivindicativos del papel de la mujer en todos los ámbitos de la sociedad, La buena esposa resulta necesaria y reconfortante, más con la interpretación de Glenn Close y de su Jonathan Pryce (al que le toca bailar con el papel más ingrato de los tres protagónicos). Como última curiosidad, decir que es la primera vez que la inmensa actriz trabaja junto a su hija, Annie Starke, quien hace el papel de su propia madre de joven.