Finalizada la Segunda Guerra Mundial, Hamburgo fue ocupada por los británicos. Los años de enfrentamiento no habían pasado en balde, y nada parecía importante ya en una ciudad donde todo eran cascotes y colillas de cigarros que los niños mendigaban por las calles. Esta ciudad alemana, precisamente, fue la que más sufrió los bombardeos aliados, hecho histórico que hemos visto muy pocas veces en el cine. En la ficción, el coronel Lewis Morgan y su esposa se instalan en una de las mansiones requisadas a los alemanes. La integridad y el deseo de confraternización del coronel provocan que llegue a un acuerdo con los ocupantes de la casa, la familia Lubert, compuesta por un arquitecto viudo de modales exquisitos y su hija adolescente, para que ambas familias puedan vivir en armonía. Como dato curioso, el autor de la novela se ha basado en sus propias experiencias familiares, ya que su padre vivió una situación parecida, al compartir casa con un alemán.
Este es el punto de partida de El día que vendrá, donde no solo se divide una casa, los Morgan en el primer piso y los Lubert en la buhardilla, sino que los personajes crean sus propios compartimentos estancos en sí mismos para poner a raya sus traumas y poder sobrevivir. Solo es cuestión de tiempo que las fronteras se desmoronen…