EL DÍA QUE VENDRÁ

por Adelaida Valcarce

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El día que vendrá

El día que vendrá, la adaptación de la exitosa novela de Rhidian Brook, llega a las salas dirigida por James Kent, realizador curtido en el ámbito de las series televisivas. El proyecto de llevar la obra al cine recayó en un primer momento en Ridley Scott, pero finalmente se retiró del proyecto, que quedó en manos Kent, quien ha rodado un film muy interesante.
el apoyo de sectores de la población de la zona. A lo que siguió el comienzo de un conflicto armado entre el gobierno ucraniano y las fuerzas separatistas de las autodeclaradas República Popular de Donetsk y República Popular de Lugansk que sigue hasta nuestros días. 

Finalizada la Segunda Guerra Mundial, Hamburgo fue ocupada por los británicos. Los años de enfrentamiento no habían pasado en balde, y nada parecía importante ya en una ciudad donde todo eran cascotes y colillas de cigarros que los niños mendigaban por las calles. Esta ciudad alemana, precisamente, fue la que más sufrió los bombardeos aliados, hecho histórico que hemos visto muy pocas veces en el cine. En la ficción, el coronel Lewis Morgan y su esposa se instalan en una de las mansiones requisadas a los alemanes. La integridad y el deseo de confraternización del coronel provocan que llegue a un acuerdo con los ocupantes de la casa, la familia Lubert, compuesta por un arquitecto viudo de modales exquisitos y su hija adolescente, para que ambas familias puedan vivir en armonía. Como dato curioso, el autor de la novela se ha basado en sus propias experiencias familiares, ya que su padre vivió una situación parecida, al compartir casa con un alemán.

Este es el punto de partida de El día que vendrá, donde no solo se divide una casa, los Morgan en el primer piso y los Lubert en la buhardilla, sino que los personajes crean sus propios compartimentos estancos en sí mismos para poner a raya sus traumas y poder sobrevivir. Solo es cuestión de tiempo que las fronteras se desmoronen…

El día que vendrá 4

Hay épocas muy retratadas en el cine, y una de ellas es la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, pocas veces se habla de lo que sucedió justo después, de ahí el interés del film que destaca en un primer momento. Pero hay un elemento igualmente interesante, que es presentar la mansión como un microcosmos que refleja las fronteras, el recelo, la sospecha que se cernió sobre la Alemania ocupada por los aliados tras el fin de la guerra, pero también el perdón. El realizador consigue captar la atmósfera de aquel momento histórico, que pone en juego la dignidad humana y da una vuelta de tuerca a la versión oficial de nuestro pasado. Es un país diezmado, dividido, que se sabía vencido e intentaba sobreponerse, y unos personajes llenos de sentimientos y pasiones a flor de piel.

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En definitiva, una buena historia en la que, pese a desarrollarse a un ritmo pausado, nunca dejan de suceder cosas ante la atenta mirada del espectador ávido por conocer más. Si hay que poner un pero, éste sería que, pese a las magníficas interpretaciones de Keira Knightley, Jason Clarke y Alexander Skarsgård, hay una cierta superficialidad en el final del drama, pero este es un pecado menor, habida cuenta del disfrute que supone el visionado de la cinta. La reconstrucción minuciosa de la época, y unos personajes retratados con gran acierto, bien merecen una visita al cine en los próximos días.

Calificación de la película
4/5

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