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por Daniel Utrilla Cerezo
Llega a las salas Dios mío, ¿Pero qué hemos hecho… ahora? Secuela de uno de los mayores éxitos de la taquilla francesa en 2014. Repite como protagonista Christian Clavier, uno de los rostros más reconocibles de la comedia francesa. Y es que el actor lleva décadas encabezando los repartos de las películas más importantes del género en el país galo.
En la cinta de 2014, el matrimonio Verneuil, de clase alta y muy conservadores, ve como sus hijas, una tras otra (y son cuatro) se casan con hombres muy diferentes a lo que ellos habrían deseado. Un musulmán, un judío y un chino. Sus esperanzas están puestas en la hija pequeña de la familia, que está prometida con un hombre católico. Su alegría termina cuando descubren que su futuro yerno es africano.
En la secuela que nos llega cinco años después, esta peculiar y multicultural familia está más asentada. Los problemas y enredos raciales han quedado atrás. Parece que todos se llevan bien.
El matrimonio compuesto por Clavier y Chantal Lauby está feliz, lejos del bullicioso París y con sus nietos a unas horas de viaje de ellos. Pero todo esto cambia cuando, de nuevo, una por una, sus hijas les comunican que dejarán Francia para vivir en los países de origen de sus maridos.
No es estrictamente necesario haber visto la primera película para disfrutar de su secuela, ya que la cinta juega bien sus cartas para presentarnos de nuevo, de manera rápida y ligera, a la familia. En los primeros quince minutos entenderemos quien es cada personaje y lo que debió haber pasado en la cinta anterior. Rápidamente entraremos a formar parte de la familia Verneuil y disfrutaremos de sus nuevos enredos.
Estamos ante una comedia muy ligera, que no es desternillante pero si muy agradable. Con algunas bromas muy divertidas y otras que son un tanto clásicas e incluso anticuadas. Indudablemente un espectador parisino encontrará muchos elementos familiares, pues están acostumbrados a los conflictos multiculturales. La película viene de ser (otra vez) un gran éxito de taquilla en Francia. Pero aquí, en España, al tener otro tipo de inmigración, habrá situaciones que nos parezcan algo ajenas.
Es una buena opción para el fin de semana, si lo que buscas es relajarte y sonreír. Una clásica película familiar que te hará pasar un buen rato. Tiene cierto mensaje integrador, aunque tampoco han arriesgado mucho en este tema. Quien tampoco parece haber corrido muchos riesgos es Christian Clavier, al que no he encontrado tan divertido como en otros papeles, pero siempre es un placer verle en pantalla.
