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CRÓNICA 4ª D’A FILM FESTIVAL (Especials)

Por Ricardo Garijo

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El otro thriller (Sección Talents)

Existe vida lejos del thriller americano al que estamos acostumbrados; los primeros en demostrarlo fueron los escandinavos, que reinventaron el género negro manteniendo la hermosa estética del cine noir clásico. Sin embargo, en muchas ocasiones, como en las sagas del detective Wallander, ha cambiado la localización donde las historias toman lugar; dejando atrás los callejones de las inhóspitas urbes a cambio de espacios bucólicos, rurales y abiertos consiguiendo una atmósfera agorafóbica. Este es el caso para estos tres thrillers que forman parte del catálogo del D’A.

A White, White Day

Desde Islandia llega A White, White Day, la segunda película de Hlynur Pálmason.  El director islandés decide contar con el siempre infalible Ingvar Sigurdsson como protagonista; uno de los siempre presente actores del país escandinavo junto a Ólafur Darri Ólafsson  y al hispano-islandés Baltasar Korkmákur. Le acompaña en pantalla, la hija del director, Ída Hlynsdottir en su primer papel; quien a pesar de ser apenas una niña resuelve gracias a su despampanante personalidad.

La película trata sobre algo tan sencillo como una relación entre un abuelo y su nieta y el gran amor que se profesan el uno al otro. Sin embargo, el abuelo Ingmundur se ha quedado viudo después de que su mujer muriese en un accidente de tráfico, dejando en él una herida que afectará su psique y que empeora cuando empieza a sospechar que su mujer le fue infiel.

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La tesis del filme resulta innovadora ya que yuxtapone el amor que Ingmundur siente por las dos mujeres de su familia, encausándolos a colisionar; teniendo que decidir entre ese amor “carnal” que se ha convertido en una obsesión, o él amor paternal que siente por su nieta con quien mantiene un vínculo especial. Otro acierto del guión que firma Pálmason es que no cierra la historia alrededor de la habitual explosión de violencia, tan necesaria para la catarsis en el thriller, sino que deja que esta descienda hasta llegar a las consecuencias de sus actos. Resolviendo en  un segundo tipo de castigo su verdadera naturaleza violenta reflejada en los ojos de la niña.

A pesar de ser un cineasta relativamente novel, Pálmasson demuestra maestría al trabajar con un ritmo pausado; incluyendo en su lenguaje toques experimentales sin que todo esto repercuta en la tensión. Lo único, que se le podría achacar en ese aspecto es el momento en que hila la sospecha de la presunta infidelidad. Lo cual sucede de manera repentina y con un par de pistas, a priori insignificantes. Esto resulta favorable en crear una ambigüedad que enriquece la trama; pero el tiempo que tarda el personaje en encontrar la primera pista y decidir que ha sido engañado, choca con la cocción lenta que toman el resto de eventos en el filme. Algo que en papel se habrá sostenido por el hecho que  Ingmundur es un policía, pero que en pantalla resulta chocante.

A pesar de ser un cineasta relativamente novel, Pálmasson demuestra maestría al trabajar con un ritmo pausado; incluyendo en su lenguaje toques experimentales sin que todo esto repercuta en la tensión. Lo único, que se le podría achacar en ese aspecto es el momento en que hila la sospecha de la presunta infidelidad. Lo cual sucede de manera repentina y con un par de pistas, a priori insignificantes. Esto resulta favorable en crear una ambigüedad que enriquece la trama; pero el tiempo que tarda el personaje en encontrar la primera pista y decidir que ha sido engañado, choca con la cocción lenta que toman el resto de eventos en el filme. Algo que en papel se habrá sostenido por el hecho que  Ingmundur es un policía, pero que en pantalla resulta chocante.

Esto es un inconveniente menor gracias a la hipnótica fotografía, común en los filmes escandinavos actuales; que se debe en gran parte a la temperatura lumínica de la zona, sus hermosos paisajes y a su rica tradición erguida sobre las primeras productoras europeas (la aún vigente Nordisk) y nombres de autores como Sjöström, Bergman o Dreyer.

Además de ello, Pálmasson se centra en mostrar la reacción que los sucesos producen en los personajes en lugar de los sucesos en sí, lo cual unido a cierto lenguaje poético que consigue en el montaje mediante jump–cuts, hacen que estemos ante un thriller de autor. El islandés apuesta a lo grande, jugando a que si pierde la atención del espectador por lo menos durante un instante, a este le faltará alguna pieza para armar el rompecabezas. Al final, Pálmasson sale airoso, y los espectadores ganamos con ello.

Abou Leila

Encontramos dentro de la misma Sección Talents, al otro gran thriller del festival. El filme Abou Leila del franco argelino Amin Sidi-Boumédine que también recibe una Mención Honorífica del Jurado de la Crítica.

Abou Leila es un exigente thriller psicológico que al igual que la película de Pálmasson, explora las profundas consecuencias que tienen las heridas psicológicas tras vivir una pérdida. En esta ocasión seguimos a S. quien junto a su amigo Lofti se embarcan en un viaje para dar con un terrorista. Todo esto ambientado durante el conflicto civil que azotó Argelia a mediados de los noventa. A diferencia de lo sucedido con la película de Pálmasson, la película de Sidi-Boumédine achaca en algún momento que contaba con un presupuesto menor que sus contrapartidas americanas. Pero intenta solventarlo con una gran factura técnica, que consigue mediante una cuidadosa planificación, y un necesario entendimiento entre Sidi-Boumédine y su director de fotografía.

El franco argelino, redobla la apuesta aunando en el carácter psicológico y aminorando aún más el ritmo; algo que introduce al espectador en una especie de trance que le impide alejar la vista. A pesar de las dos horas de metraje y poseer un ritmo lento, la película no se hace pesada; si bien arriesga en muchos momentos con lo que exige del espectador.

Para ello, Sidi- Boumédine implementa un artilugio similar al que Christopher Nolan incluyó en Memento, y de la que este filme se inspira. Nos encontramos a dos personajes que se adentran en las profundidades de Argelia, buscando a Abou Leila, con quien S. pretende completar su venganza por los crímenes que Leila cometió. Al igual que la cinta de Nolan, el protagonista es un narrador sospechoso, quien pronto queda claro que padece de estrés post traumático y problemas de memoria. También comparte que las intenciones del acompañante son dudosas o que el hombre a quien buscan, Abou Leila, puede o no existir. Sin embargo, la mayor similitud llega por el manejo de la información, como principal elemento de tensión.

El espectador pasa todo el filme sintiendo que sabe menos de lo necesario para seguir la trama. Sidi-Boumédine se arriesga a que esto sumado al ritmo pausado, pueda hacer que una parte del público desista de la película. Pero en la mayoría de los casos la duda, y el desafío se impondrá sobre la incertidumbre, que solo al final de la cinta, cuando esta comience a capitular, obtendrá recompensa; hilando y recogiendo todo lo que fue sembrando durante los dos primeros actos.

Si Nolan jugaba con el orden cronológico, Sidi-Boumédine se decanta por alternar entre el plano real y el onírico, siendo este último la locura de S. El desierto representa la psique del protagonista, y conforme transcurre la historia, nos adentramos en una mente que resulta inhóspita, tanto para S. como para el espectador. Esto hace que el director juegue a descolocar, haciéndonos suponer si lo que vemos es sueño o realidad, y cambiando las tornas en varias ocasiones.

Igual de fuera de lugar es una mera transición que se da cerca del final del primer acto, cuando el franco argelino utiliza un plano subjetivo, que no pertenece en ningún momento al lenguaje del filme, y del que no vuelve a hacer uso se siente como un agravio en un filme, que se construye en la falta de información, la ambigüedad y la exigencia al espectador. Ya que en todo momento se le presupone activo y decidiéndose por una planificación que por primera y única vez se siente amateur. Especialmente, tras ese portentoso ejercicio cinematográfico que es la secuencia inicial.

Es inevitable que se hable en un marco político sobre el conflicto que Argelia, pero no hay que confundirse y tener claro que lo que a Sidi-Boumédine le interesa en realidad es el viaje hacia los adentros de este antihéroe, buscando exponer las vísceras y la fragilidad del ser humano.

As Mortes

En la sección Un Impulso Colectivo encontramos As Mortes, otro thriller que tiene lugar en un paraje remoto, en este caso en la Galicia profunda. Sin embargo, aunque interesante, no alberga el potencial de las cintas antes mencionadas.

En As Mortes, tras un arranque prometedor, abriendo en pantalla con el momento en que el protagonista asesina a su mujer, la historia empieza a decaer lentamente. Esto se debe en principio a que los posteriores sucesos se dan más por casualidad, que por causalidad. Si bien, el primer acto logra salvarse, a partir de ahí los sucesos se van dando por conveniencia, y los personajes van perdiendo fuelle en cuanto a conseguir sus objetivos.

Por el contrario, el director y guionista de origen chileno, Cristóbal Arteaga Rozas, encuentra cosas interesantes para crear poderosas subtramas, como si prefiriese dejarlas abiertas para crear una falsa sensación de ambigüedad como si no encontrara la forma de incorporarlas de manera orgánica al guion.

En cuanto a la estética, se decanta por un planteamiento de arte realista, lo cual no aporta demasiado, ya que la vida en las zonas rurales tiende a ser bastante pragmática y funcional. Por ellos, se presiente, como si la decisión de rodar en  blanco y negro viniese justificada por intentar dar elegancia al filme, en lugar de cualquier motivo narrativo. Los rostros de los personajes son iluminados de manera cuidadosa, acentuando las facciones, sin embargo, los entornos realistas aportan poco, y claman por ese carácter indómito de la naturaleza que rodea a Galicia, y que apenas figura en la cinta.

Crónicas del festival

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Restrospectiva de Jessica Hausner

La directora y guionista austriaca Jessica Hausner se dio a conocer al mundo cuando su película Lovely Rita (2001) formó parte de la categoría Un Certain Regard del prestigioso Festival de Cannes. Esto sería una tónica que se repetiría, ya que no sólo su ópera prima, sino sus siguientes tres largometrajes se estrenarían en dicha categoría, hasta que en la edición pasada de Cannes, su nuevo film, Little Joe (2019) diera el salto a la categoría principal, valiéndole a Hausner una nominación a la Palm D’Or.

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Crónica 2ª D’A FILM FESTIVAL (Direccions)

Direccions es la más exquisita de las secciones del D’A Film Festival, en la que se proyectan las últimas películas de algunos de los más consagrados cineastas a nivel internacional. Referentes mundiales que sirven de influencia para muchos de los cineastas noveles que compiten en el resto de categorías. Nombres de la talla de Hausner, Herzog o Honoré, que tras estrenar sus cintas en festivales como Cannes o Venecia, tienen ahora la oportunidad de estrenar en España o en Cataluña (y en los hogares de estas dos naciones también, vía Filmin) gracias al D’A.

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CRÓNICA 3ª D’A FILM FESTIVAL (Especials)

Además de la incontenible Sátántango, de Bela Tarr, las sesiones especiales (Especials) del D’A Film Festival Barcelona, reúnen siete sesiones más de programación, accesibles desde Filmin.es, entre las que hay retratos generacionales, documentales y biopics de artistas, películas de found footage e incluso una comedia afro-futurista y metafísica (Jesus Shows You The Way To The Highway).

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