por Carolina Becerra
La película cuenta la historia de Lola (Zaira Romero), una adolescente gitana, aguerrida y soñadora, que anhela ir más allá de lo que la convención y las barreras culturales podrían permitirle, y que sobre todo sueña con ser libre. Ella intenta descubrir su identidad a la vez que camufla su orientación sexual entre la gente, para no destacar por aquello que parece ser un tabú entre su comunidad, y lo hace hasta que conoce a Carmen (Rosy Rodríguez), una mujer que logra estremecerla de la cabeza a los pies, pero que a diferencia de Lola quiere casarse, tener hijos y continuar con la tradición familiar.
Echevarría logra transmitir en su película una fresca mirada al amor y a la diversidad, ya que plantea su historia dentro de la cultura gitana del extrarradio de Madrid, algo que pocas veces ha sido retratado y menos aún con una participación actoral casi en su totalidad de la propia etnia. Tras el casting de más de 1000 gitanos se llegó a conformar el elenco de la película con 150 de ellos que, según nos cuenta la propia directora, han sido también partícipes de la reescritura continua del guion, haciéndolo suyo durante el proceso de trabajo. Carolina Yuste, que interpreta a Paqui, es la única actriz profesional que los acompaña.
Se dota al film de un formato un tanto documental al principio, invitando al espectador a entrar en el entorno, para luego vestirse de ficción una vez que le atrapa ahí dentro, muy cerca de las protagonistas, y de los detalles. Su fotografía, en gran medida naturalista, llega al punto preciso de contarnos con calidez y sin exageraciones, un colorido mundo que a pesar de estar tan cerca, a veces parece tan lejano, un trabajo muy conseguido por Pilar Sánchez Díaz, la directora de fotografía. Y como no podía faltar, la música, que como elemento que acompaña la historia también sirve para dar determinadas pinceladas acerca de los tiempos y los ritmos de la cultura gitana. En suma, Carmen y Lola es una historia de amor que no te deja indiferente.
