Quizá la pretensión de conservar características que fueron clave en el éxito internacional de
Élite no sea un acierto en este caso.
La serie es demasiado explícita sexualmente, y aunque el thriller contiene ese elemento perturbador que profundiza en temas tan sugestivos como el deseo, la culpa o la vergüenza, su tratamiento en determinados momentos resulta zafio, aproximándose más a lo obsceno que a lo perverso. En una historia tan misteriosa, un juego de insinuaciones y tácticas de tensión sexual más sutil hubiese ayudado mejor a mantener la concentración y la intriga. Por otra parte, el montaje paralelo a distintos tiempos crea una coreografía poética que muestra los paralelismos entre las vidas de Raquel y Viruca. Y cuando las dos líneas temporales se solapan y revelan ese rastro (en este caso desorden), el espectador siente ese cosquilleo en el estómago al identificarse con ese impacto que a veces dejan otras vidas en la nuestra