YOUR NAME- por Carlos Rubio

EL HILO ROJO DEL DESTINO


Tienen los japoneses la creencia de que las personas predestinadas a conocerse se encuentran unidas por un hilo rojo alrededor del meñique. Este hilo existe independientemente del momento en sus vidas en el que las personas vayan a conocerse, y no puede romperse en ningún caso. Este destino insondable, que guía a ciegas a quien se deja llevar, es parte clave de varias de las premisas de Your Name.
Your Name cuenta la historia de dos adolescentes, Taki y Mitsuha, que son infelices con sus vidas. Taki es un chico de Tokio con un don por el dibujo, malas pulgas y un afán por ahorrar todo el dinero posible; Mitsuha es una chica que vive en una prefectura perdida en las montañas y no oculta que su sueño es marchar a Tokio para dejar atrás, entre otras cosas, a su padre, el alcalde, que se marchó de casa y la obligación de participar en los ritos del templo Shintô que su abuela quiere transmitirle para que sea su sucesora.

Por razones que desconocen, la conciencia de cada uno ha ido saltando, temporalmente, al cuerpo del otro: Mitsuha despierta en el cuerpo de Taki y este en el de ella. A pesar de la confusión inicial, Taki y Mitsuha empiezan a comunicarse a través de diarios o mensajes en cuadernos o sus propios cuerpos. Comienza así una amistad más que improbable.

Your Name es una película que narra, no solo una historia de cambio de cuerpo, sino que habla de tradición, de desastres y del destino. Basada fuertemente en la creencia budista de la transitoriedad, por la cual toda existencia está condicionada y por ello sujeta al cambio, los protagonistas, sin embargo, no son conscientes, inicialmente, de la inmensidad de su situación.

La película se desarrolla con el tono lento y característico de Makoto Shinkai. Si bien gusta de hacer mediometrajes de menos de una hora de duración, en este salto la narración no ha sufrido ni un ápice. Sigue, pues, usando su animación característica basada en los detalles: una animación pulcra y realista que ensalza todo lo cotidiano que no recibe especial atención. Y, por ello mismo, también sigue fiel a sus derroteros; diálogos profundos, enraizados a problemas emocionales y atisbos a sueños y esperanzas que, a veces, endulza con pantomimas típicas de la animación japonesa: música pop para transiciones, situaciones dignas de una historia ecchi, altibajos de emociones característicos de las series sobre institutos… El Makoto Shinkai de siempre, vamos.



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