
Margot Robbie (Suite francesa, El lobo de Wall Street) encarna el papel de Tonya Harding, la patinadora americana que en la década de los noventa cayó en desgracia tras el escándalo sucedido en torno a su persona y a la de su marido, encarnado por Sebastian Stan (La suerte de los Logan, Marte). Acusados de ser los responsables de la agresión que sufrió la también deportista Nancy Kerrigan – de una forma tan ruin como reventarla la rodilla con una barra de hierro – semanas antes de la celebración de los Juegos Olímpicos de Invierno en 1994, los medios de comunicación primero, y los tribunales después, fulminaron la carrera deportiva en el patinaje artístico de una prometedora joven nada convencional.
Yo Tonya no solo relata la envidia, la fuerte presión y la triste competitividad que con más frecuencia de la que debiera ser da en los entornos deportivos profesionales; el director tiene trama reservada para mostrar el lado más personal de quien la historia encasilló en el papel de villana: un pasado más que desestructurado, en buena parte debido a su madre, interpretado por Allison Janney (El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares, La chica del tren), un jurado que no valora su esfuerzo sino que se queda en la visión superficial del estereotipo y una historia de malos encuentros y fuertes desengaños.
Un reconocimiento especial se merece Janney por su papel como la antisocial y deshumanizada madre de Tonya, protagonista de los principales pasajes hilarantes tan bien insertados en el guion. Un papel que le ha valido el Globo de Oro y el BAFTA a la Mejor Actriz de Reparto más que merecido. La película está nominada además
a 3 Premios Óscar: Mejor Actriz Protagonista (Margot Robbie), Mejor Actriz de Reparto (Allison Janney) y Mejor Montaje.