Dividió Amenábar a la crítica en el Festival de San Sebastián, y a los que no pudimos acudir se nos dejó sin la exclusividad, con estos ecos. Lo cierto es que el director hispano- chileno llevaba desde Ágora (notable incursión en el péplum despreocupadamente sojuzgada, a mi entender) seis años sin estrenar, y se le esperaba con ganas. Regresión es la última vuelta de tuerca a su carrera cinematográfica, el retorno a las, para él, menos turbulentas aguas del thriller sobrenatural, o de terror, con “mensaje” marca de la casa, ambientado esta vez en el Medio Oeste Americano de los años 90 y el documentado pavor que por aquel entonces existía en determinadas comunidades rurales a la actividad de las sectas satánicas. El punto de partida de la película no puede ser más escabroso: una joven (interpretada por la Hermione de Harry Potter, Emma Watson) se refugia en una iglesia después de acusar a su padre de haber abusado sexualmente de ella y de haberla sometido a una serie de rituales satánicos. Los encargados de escarbar en las profundidades del caso son un expeditivo detective sin afectos reconocidos, interpretado por Ethan Hawke, y una especie de psicólogo o mentalista (David Thewlis) que utiliza los mecanismos de la hipnosis para llegar al subconsciente de los personajes y desbloquear sus recuerdos y miedos más reprimidos. A la comisaría llega el padre de la niña (David Dencik), con la visera de “culpable” calada a la frente, pero el detective pronto se dará cuenta de que en realidad el pobre diablo es solo el peón de un tablero conspiratorio en el que están involucrados muchos más vecinos de la comarca, empezando por su compañero policía. En la película predominan las secuencias apagadas y lluviosas, los tonos oscuros en una escala de grises y ocres que se asemeja a las paletas de color diseñadas por Fincher y Savides en películas como Zodiac o Seven, o a la de Alan Parker en La vida de David Gale, aunque Amenábar prefirió revestir históricamente sus referentes y citar el clasicismo de aquellos thrillers de los años 70 dirigidos por Alan J. Pakula, Sidney Lumet, o Jon Schlesinger. En realidad, Regresión es el camino de ida y vuelta que emprende el investigador Bruce Kenner desde la ciencia y la razón, a la sugestión, la locura y el miedo; su arco dramático es el que condiciona los giros argumentales de un guión que se atropella al final, pero que mantiene el interés del espectador por lo general, sobretodo en aquellas secuencias en las que, como ocurría en Abre los ojos, no se diferencia si lo que estamos viviendo está aconteciendo en la realidad, u obedece a la capacidad de sugestión y al onirismo desarrollado por la imaginación del personaje principal.
Más que provocar miedo y emoción, lo que las imágenes y los sonidos de Regresión hacen es convocar una atmósfera claustrofóbica supuestamente inspirada en la realidad. La moraleja es potente, pero la frialdad de Amenábar a la hora de retratar a sus personajes (cada vez se está convirtiendo más en un cineasta tan superdotado y perfeccionista para lo técnico como limitado a la hora de adentrarse en el interior de los conflictos humanos, algo que también les ha ocurrido a otros directores españoles que han dado el salto a Hollywood) convierten Regresión en un dispositivo cinematográfico supeditado a los vericuetos de la trama, antes que al conflicto, interno y exterior, que se desencadena entre los personajes, meros instrumentos sometidos a un demiurgo diegético y controlador. Por eso, esta película rima mejor con artificios narrativos tipo Mindscape, El orfanato, las películas de Scott Derrickson, o incluso el True Detective de Nic Pizzolatto, que con películas transcendentales para la historia del género como puedan ser Eyes Wide Shut, El exorcista, o La semilla del diablo, fuente de inspiración sin duda para algunas de las mejores secuencias de esta película. Como dice Guy Lodge en su crítica para Variety, Regresión “no es ni lo suficientemente inquietante como para ser tomada en serio, ni lo suficientemente espeluznante como para dejarte sin dormir”…
Biografía del autor
Con estudios en Derecho y Filosofía, Sergio Fernández Pinilla (Valladolid, 1975) es diplomado en Guión de Cine y TV, y ejerce el periodismo cinematográfico desde el año 2003. Ha publicado sus artículos, entrevistas y críticas de cine en cabeceras como Reseña de Literatura, Artes y Espectáculos, Letras de Cine, Kane3 Audiovisual, o Cahiers du Cinema España. Actualmente es colaborador habitual de las revistas Cinemanía, Cameraman, Ventana Europea, y forma parte del equipo de colaboradores que semestralmente publica el volumen de estrenos Cine para Leer, de la Editorial Mensajero. Para esta misma editorial ha colaborado en la Historia del Cine en películas, y también en el tomo Siglo XXI, Directores y Direcciones, de Editorial Cátedra.
Imparte además clases de crítica cinematográfica en la Escuela Universitaria de Artes y Espectáculos TAI, y de Introducción al Cine y a la Estética Cinematográfica en la Universidad de Mayores de la Pontificia Comillas.