
La película nos presenta a Youngsoo, un joven pintor que vive con una mujer, Kimjung, quien no cae bien a los amigos del primero. Uno de ellos, le cuenta que la han visto bebiendo y peleándose con un hombre, y Youngsoo, aunque en principio la defiende, más tarde habla con ella y vemos que ha dado crédito a los rumores. El joven le echa en cara a su chica lo mucho que bebe y cómo ella le había prometido moderarse. Kimjung se siente molesta ante estas acusaciones y decide que “se den un tiempo”. A partir de ahí, la seguiremos sobre todo a ella y, puesto que la cinta carece de diálogo interior, veremos cómo se conduce a través de los ojos de quienes se relacionan con ella.

Dejando aparte ese juego escénico, muy acertado, la cinta sólo cuenta con un efecto narrativo, y se trata del único tema musical de toda la película, que viene a marcar más que el fin de las escenas, el paso de los días. A través de ella, nos damos cuenta del transcurso del tiempo y de la desesperación de Youngsoo tras la chica.
Lo tuyo y tú es una cinta atípica. Puede parecer una película sencilla mientras la vemos, pero es al terminarla cuando la apreciamos, y es entonces cuando en nuestra mente, saltan como fuegos artificiales los detalles que habíamos tomado por insignificantes. Es una película que juega con el espectador y le invita a pensar en ella una vez finalizada. Como un puzzle, cada momento tiene su porqué, pero las piezas separadas no significan nada; sólo cuando lo tenemos montado, vemos su importancia. Aunque sea una película cuyo tema principal es el romanticismo y el amor, no es en absoluto empalagosa, y el tratamiento que se da al mismo no dejará indiferente a nadie.
Lo tuyo y tú es una película para ver con tranquilidad, saborearla y pensar. Una película que exige del espectador más esfuerzo que el de ser un simple receptor, ya que que le pide que piense y reflexione, que busque, que indague y se pregunte cosas; es una charla de filosofía llevada a la pantalla, y hecha con ligereza.