por César Pereyra Venegas
“Nací cuando me besó. Morí el día que me abandonó.
Viví unas cuantas semanas mientras me amó.”
En un lugar solitario (1950)
No hay palabras que puedan competir con las emociones que evoca el silencio, y más aún si este viene sucedido un beso. El beso entre quienes entienden la pérdida como algo que los unirá para siempre. El beso que dos enamorados, Peter y Gloria, se dieron en alguna parte de Liverpool, allá por 1981, momentos antes de que ella regresara a su natal Estados Unidos y disfrutase sus últimos minutos de vida.
Las estrellas de cine no mueren en Liverpool relata la intensa relación amorosa que surgió entre Peter Turner, un joven y primerizo actor de teatro, y Gloria Grahame, una de las más aclamadas celebridades que tuvo Hollywood a mediados de los años 40 e inicios de los 50. Sus sueños y recuerdos, así como miedos y obsesiones se retratan bajo la mirada del experimentado director inglés Paul McGuigan, curtido en películas y series de factura tan diversa y regular como El caso Slevin, Sherlock (2010-2012) y Luke Cage.
Narrada a través de recurrentes flashbacks que exponen los episodios más determinantes en la relación de sus protagonistas, la cinta de McGuigan sopesa sus evidentes carencias de producción con la sólida química entre sus intérpretes y el aprovechamiento del espacio y los motivos visuales que en él residen. Las puertas y los pasillos son usados como transiciones en el tiempo, contrastando un frío y desesperanzador presente con un luminoso y jovial pasado, este último lleno de momentos cuya atmósfera, si bien condicionada por la cálida fotografía de Urszula Pontikos, estuvo enteramente definida por la empatía entre el siempre carismático Jamie Bell y una vulnerable Annette Bening.
Eficaz y entrañable, Las estrellas de cine no mueren en Liverpool aporta un grado de humanidad al infame legado de Gloria Grahame, oscarizada en 1953 como Mejor Actriz de Reparto por Cautivos del Mal y protagonista de obras tan emblemáticas como ¡Qué bello es vivir!, En un lugar solitario o Los Sobornados.
