LA MUJER QUE SABÍA LEER – por Aida González

La mujer que sabía leer, dirigida por Marine Francen y con Pauline Burlet, Géraldine Pailhas, Iliana Zabeth, Alban Lenoir y Françoise Lebrun como intérpretes protagonistas nos traslada a 1852, a un pequeño pueblo donde, tras la represión de Napoleón III, desaparecen todos los hombres dejando solas a las mujeres. Tras dos años de aislamiento deciden hacer un pacto: el primer hombre que llegue tendrá que ser compartido por todas ellas. El film nos traslada al cine francés de época, en el que la estética y la sensibilidad son uno más dentro del reparto.

Se trata de la primera película de esta directora francesa, adaptación libre del relato L’homme semence, de Violette Ailhaud, variando el lugar de su historia original (La Provenza) por un frío pueblo francés de los Alpes. Violette, que así se llama también la protagonista – interpretada de forma magistral por una expresiva Pauline Burlet – está en edad de casarse cuando la tragedia llega a su vida, dejando el pueblo donde vive sin ningún hombre a causa del mandato de Napoleón III. La cineasta Marine Francen nos muestra de una forma delicada y sensacional cómo, después de este suceso, estas mujeres entran en un estado de espera interminable, casi catatónico si no fuese porque prosiguen con sus vidas de manera autómata. Sin hombres, su mundo se estanca y las rutinas dejan de tener sentido, mientras sueñan en silencio con el retorno de sus maridos, padres y hermanos para poder proseguir con normalidad sus vidas, ya que, a pesar de que ellas consiguen sacar adelante todas esas tareas que, en aquella época, se asignaban exclusivamente a los hombres, les necesitan. La cotidianidad se vuelve casi un ritual y consigue atraparte en esa burbuja impenetrable en la que estas mujeres han convertido sus vidas, empatizando con cada una de ellas, y muy especialmente con la propia Violette y con Rose, interpretada por Iliana Zabeth, una mujer que pierde a su marido justo antes de casarse.
Como no podía ser de otra forma, el conflicto aparece con la llegada del primer hombre, Jean (Alban Lenoir), un herrero en busca de trabajo, quien cambia completamente la atmósfera tranquila y casi idílica del relato para enfrentar a unas mujeres que se convierten en personas egoístas movidas por diferentes razones: el amor, el ansia de ser madre o el sentir nuevamente el deseo de un hombre hacia ellas. Esto provoca que el espectador, guiado por la trama y la historia, se decante por alguna de las mujeres que forma este reparto coral…

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Puedes usar las siguientes etiquetas y atributos HTML: <a href="" title=""> <abbr title=""> <acronym title=""> <b> <blockquote cite=""> <cite> <code> <del datetime=""> <em> <i> <q cite=""> <s> <strike> <strong>