Steven Spielberg realiza en El puente de los espías toda una oda al individualismo en el sentido más positivo del término. A través de las peripecias de James B. Donovan, un abogado estadounidense que defendió en EEUU al agente secreto ruso Rudolf Abel y fue el encargado de negociar con la RDA y la URSS su intercambio por dos ciudadanos norteamericanos, el director de Munich nos muestra el valor de los actos personales en beneficio de la comunidad. En el fondo, nos encontramos ante un largometraje con un mensaje que tiene más de un punto en común con La lista de Schindler, una de las películas más prestigiosas del cineasta. Al fin y al cabo, las historias de Oskar Schindler, el industrial alemán que se jugó el tipo por salvar al mayor número de judíos del exterminio nazi, y Donovan, nos hablan de la importancia que tienen algunas decisiones individuales en el curso de la Historia.
Spielberg utiliza en esta ocasión a su protagonista como particular adalid de los valores de la Constitución de los Estados Unidos. No es casual, a este respecto, que el realizador haya elegido para dar vida al personaje principal a Tom Hanks, actor que gran parte del público identifica con el buen norteamericano medio que encarnara James Stewart en los tiempos del Hollywood clásico. Donovan tiene algo de aquel Mr. Smith que defendía los valores del sistema en Caballero sin espada, pero también del letrado astuto de Anatomía de un asesinato. Hanks, en uno de sus trabajos más acertados y contenidos, parece recoger aspectos de dichas interpretaciones de Stewart para encarnar a un tipo capaz de manejarse en las altas esferas políticas y el mundo del espionaje gracias a su diplomacia y habilidad para negociar, pero sin renunciar en ningún caso a sus ideales.
La película enfrenta el intachable comportamiento personal del protagonista con las instituciones públicas, que no siempre realizan su función de la manera adecuada, y el pueblo como masa enfervorecida capaz de reaccionar de manera violenta a causa del miedo, en este caso a la guerra nuclear. Esta oposición aparece especialmente remarcada en la primera parte del filme, cuando Donovan es designado para representar legalmente al espía ruso, pero comienza a ser presionado por el FBI y la opinión pública para defender con todas las armas del sistema a un hombre que va en contra del mismo. El letrado quiere demostrar con su comportamiento que no puede haber excepciones si se quiere que el modo de vida americano persista.
A este respecto, como reflejo del humanismo que respira gran parte del cine firmado por Spielberg, el filme no retrata al espía soviético como un pérfido comunista. Por el contrario, lo dibuja como un tipo tranquilo y con inquietudes artísticas que actúa por lealtad a sus ideas de manera tan consecuente como el propio abogado que le defiende, aunque ambos se encuentren en posiciones políticas opuestas. No resulta en este sentido extraño que entre ambos surja algo parecido a una amistad basada en el profundo respeto mutuo.
El autor de Parque Jurásico dirige con elegante clasicismo esta curiosa mezcla de película judicial y thriller de espionaje donde los personajes se imponen a los momentos de acción trepidante. El director muestra su particular toque sin alzar la voz y sacando partido de elementos como la excelente fotografía de Janusz Kaminski, el perfecto diseño de producción de Adam Stockhausen, un reparto magnífico y la bella música de Thomas Newman, que el realizador utiliza con moderación.
Digno de mención es también el guion firmado Matt Chapman junto a los hermanos Joel y Ethan Coen. La fraternal pareja de cineastas parece la principal responsable de la inclusión de elementos humorísticos dentro de un libreto que rehúye las sentencias grandilocuentes y demasiado explícitas.
En definitiva, El puente de los espías vuelve a poner de manifiesto la maestría de un autor que se ha convertido en un guardián de las esencias del mejor cine clásico estadounidense, aquel que aunaba excelencia técnica, inteligencia y espectáculo.
Biografía del autor
Licenciado en Periodismo y Experto en Comunicación y Arte por la Universidad Complutense de Madrid, Julio Vallejo Herán ha desarrollado su labor como comunicador y crítico en medios como Televisión Española, Europa Press Televisión, Lainformacion.com, Tendencias Magazine, AB Magazine, Coveritmedia, Pasionporelcine.es, Freek Magazine, Verano Complutense, Muchoruido.com, Basecine.net, Avant Press y Notasdecine.es. Actualmente colabora en los anuarios Cine para leer, la web Cinemaadhoc.info y la revista Tarántula.