EL DÍA MÁS FELIZ EN LA VIDA DE OLLI MÄKI, por Alessandro Soler


PARA HACERNOS SONREÍR


Están las míticas películas estadounidenses sobre boxeo, con su mirada súper viril (no exenta de mensajes sobre la decadencia de la masculinidad tradicional) y sus metáforas de redención a través de la aniquilación del enemigo -sea este un enemigo interior, psicológico, sea el oponente real-. Y está El día más feliz de la vida de Olli Mäki. Esta pieza finlandesa conmovedora -aunque algo seca, sin exageraciones, como suelen ser los nórdicos- es coescrita y dirigida por el joven Juho Kuosmanen, de 37 años, también actor y director de óperas en su país, y se presenta como el reverso del estereotipo de los filmes del género: es un elogio a la delicadeza, a la redención a través del amor y de las cosas más sencillas de la vida.
Olli Mäki (Jarko Lahti, excepcional en su construcción del hombre simple, bruto y tierno a la vez) es un boxeador prometedor que, tras brillar en campeonatos amateur en su pueblo, es llevado a Helsinki para enfrentar al estadounidense campeón mundial de los pesos pluma. Su entrenador, Elis Ask (Eero Milonoff), un hombre ambicioso, vanidoso y algo frustrado por no haber podido él mismo alcanzar la gloria, arrojará al recién llegado en una vorágine que incluye interminables besamanos entre los patrocinadores, hombres ricos de la sociedad local, bien como entrevistas y grabaciones sin fin para los medios -y eso que estamos en el año 1962, décadas antes de la emergencia de la sociedad vigilada en tiempo real-. La correcta fotografía en blanco y negro de J. P. Passi contribuye para construir esa sensación de descolocación.
Elis se presenta como un tipo duro y sin escrúpulos, quien, a pesar de las vacilaciones de Olli, conseguirá empujarlo hacia su objetivo. Se dibuja una trayectoria de gloria. Pero habrá un obstáculo: Raija Jänka, vivida por la bella Oona Airola, dueña de una actuación firme y sofisticada, que revela la dulzura y el carácter fuerte del personaje. Al mismo tiempo en que se va dando cuenta de que el mundo presentado por Elis es vacío e insostenible, Olli entiende qué es lo que verdaderamente busca. Para eso contribuye el guión bien construido por Kuosmanen y por el igualmente novato Mikko Myllylahti. Una película, sin duda, hecha para agradar, en dosis equivalentes, a los amantes del cine de testosterona y de oxitocina, la llamada “hormona del amor”.

Seleccionada por Finlandia para representar al país en los Oscar, El día más feliz en la vida de Olli Mäki (Hymyilevä mies, en el original, u “hombre sonriente”) no terminó entre los finalistas, pero sí cosechó premios en Cannes (premio en la sección “Una cierta mirada”), Chicago, Tarragona y Zurich (Mejor Película) y el galardón principal en los European Movie Awards.Asimismo, nos reserva un pequeño y agradable premio al final – una escena simple y rápida que cose perfectamente la historia y que se hará entender cuando el espectador lea los últimos nombres del reparto en los créditos finales. Como Olli, seguramente saldrá sonriente del cine.



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