por Carlos Rubio
Después del éxito de su primera película en solitario y del cameo en Capitán América: Civil War, Ant-man vuelve tras su inexcusable escaqueo de Vengadores: Infinity War.
¿Dónde estaba Scott Lang, más conocido como Ant-man, cuando la Tierra le necesitaba para luchar contra Thanos en Infinity War? Pues en su casa, bajo arresto domiciliario por haber infringido los Acuerdos de Sokovia (básicamente el argumento de Capitán América: Civil War: se acepta la creación de un censo de superhéroes para poder controlarlos gubernamentalmente y que no vayan en solitario. Al luchar Ant-Man del lado del Capitán América, que se niega a que las libertades de los superhéroes sean reducidas y, por lo tanto, no puedan ejercer su deber para con la humanidad, infringió los Acuerdos).
Después de dos años con una tobillera alarmada y sin poder salir de su casa, Scott pasa los días como mejor puede: juega a la consola, duerme excesivamente, toma largos baños… Con la sorpresa añadida de que el FBI registra su hogar cada vez que sospecha algo. Durante ese mismo periodo de tiempo, tampoco ha mantenido contacto con Hank Pym (Ant-man original) ni su hija, Hope. De hecho, al ser suya la tecnología del traje de Ant-man, también están buscados por la justicia, aunque sin resultados fructíferos. Resuelto el misterio de la no aparición de Scott en Infinity War en estos cinco primeros minutos de metraje, entra en juego el factor que hace despegar a la película, y es que Scott tiene un sueño extraño e hiperrealista que le hace recordar su breve y traumática estancia en el Reino Cuántico.
Para refrescaros la memoria, el Reino Cuántico es el lugar al que llega Ant-man si reduce demasiado su tamaño. Le ocurrió a la madre de Hope y esposa del Ant-man original, Janet, y le ocurrió a Scott. La diferencia es que Scott pudo escapar y Janet no. Es entonces cuando la existencia del sueño cobra nuevo sentido, y es que augura que Janet sigue viva después de años atrapada en el susodicho Reino Cuántico.
Esta extraña visión llama la atención de Hank y Hope, que retoman el contacto con Scott y le piden ayuda para poder rescatar a Janet de una vez por todas. Obviamente se encuentran escollos en el camino, ya que no son los únicos interesados en este supuesto don de Scott de contactar con el Reino Cuántico.
Ant-man y la Avispa es la vuelta perfecta del superhéroe más pequeño… o el más grande, según cómo se mire. Peyton Reed repite en la dirección y Paul Rudd vuelve a recibir acreditación como guionista. La película recicla con éxito el estilo socarrón y desenfadado de la primera entrega y consigue mejorarlo y pulirlo hasta gustarse a sí misma. Incluso recupera muchos de los gags y los explota a bien (las narraciones de Michael Peña, por ejemplo).
La historia es sencilla pero eficaz, suficiente para suplir la falta de información que hubo en Infinity War y para recordarnos que Marvel / Disney no solo hacen blockbusters con presupuestos apabullantes, sino que pueden bordar una historia más comedida y aun así dejar plasmado su estilo.
