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22º FESTIVAL DE CINE ALEMÁN DE MADRID – CRÓNICA I
Por Ricardo Garijo Lima
El remake alemán de la española La Isla Mínima fue la encargada de inaugurar esta nueva edición del festival. El reputado cineasta alemán Christian Alvart es el cineasta que traslada la historia de las marismas del Guadalquivir a los humedales del norte de Alemania. El argumento es el mismo: dos policías antagónicos investigan la desaparición de dos jóvenes en una zona rural. Bajo un clima de tensión política, descubren que no se trata de un caso aislado y que las implicaciones derivadas del delito se remontan a tiempo atrás.
Alvart mantiene el guion fiel al original, otorgándose algunas libertades creativas que poco alteran la narrativa. Por encima de ellas destaca la innecesaria trama amorosa que poco añade a la trama o al desarrollo de los personajes. Lo que sí destaca, y suma bastante, es el diseño de producción y la dirección de arte, que logran recrear una lúgubre Alemania que deja de ser un territorio soviético, pero donde perdura el miedo al abuso sistemático de la Stasi. Un país libre es una buena película, que consigue mantener la tensión, pero que se ve perjudicada por existir a la sombra de la película de Alberto Rodríguez.
Desde el 2002, Sven Olaf Hill ha desarrollado la mayor parte de su carrera haciéndose cargo de la dirección de fotografía en distintos cortometrajes y películas documentales, por eso no extraña que ahora extraiga un personaje de la realidad para vertebrar su primer largometraje de ficción. Coup cuenta la historia de un banquero que intenta conciliar su carrera laboral con la pasión por las motos y el rock & roll en la Alemania de finales de los ochenta. Coup es además la historia de una huida y un robo contada en clave documental.
A nivel estilístico, Hill decide utilizar el espacio pictórico de manera teatral, como en los orígenes del cine, donde la cámara solo encuadraba desde un ángulo predeterminado las estancias. La iluminación y la disposición de los personajes es similar a la de las entrevistas. Además, el hecho de que la recreación de los sucesos se combine con ilustraciones e imágenes de archivo incrementa esa sensación en el espectador, lo que provoca una interesante percepción sobre la veracidad de la historia dentro de la ficción.
En suma, Coup es un novedoso ejercicio fílmico, dónde lo específico de la puesta en escena no interfiere con lo que Hill desea contar. Manteniéndose fiel a su lenguaje cinematográfico, consigue mediante algunos planos en movimientos y el uso de pocos exteriores, que el filme transite de manera original entre la ficción y lo documental; la verdad y el mito de lo sucedido.
El director de esta película, Valentin Riedl, es médico y neurocientífico de formación. En Lost in Face, su primer largometraje documental, después de tres cortometrajes, se propone contar de manera artística el caso de Carlotta, quien padece desde su nacimiento un grado extremo de prosopagnosia o “ceguera facial”, un trastorno que le impide recordar cualquier rostro, incluso el suyo propio.
Para ello, decide alternar entre el peculiar testimonio del huraño tipo de vida de Carlotta, con animaciones que ilustran sus sueños. Riedl se aleja de las explicaciones científicas e intenta hacer el retrato de una persona que normalmente seria reducida a una estadística. Alguien que se ha recluido del mundo, después de ser marginada de pequeña debido a su condición. Pero esta mujer todo terreno vive una vida plena, conectando con la sociedad de la forma que ella desea y se le permite. Creando pocos vínculos, pero de un fuerte valor.
Destaca el esfuerzo del director alemán en intentar transmitir la forma en que Carlotta experimenta el mundo, algo que se ve potenciado al poner en primer lugar la propia voz creativa de ella, dedicando gran parte del metraje a su obra artística. Lost in Face nos hace reflexionar sobre la paradoja de aquello que para nosotros resulta imprescindible, como es el reconocer un rostro, a la hora de relacionarnos con los demás y que para Carlotta no lo es, demostrándonos distintas y muchas otras maneras de conectar con nuestros semejantes.