Ai Weiwei, quien ha sufrido en sus propias carnes la represión por parte de un estado totalitario, se desplaza a México para retratar el dolor de las familias, cuatro años después de los hechos. Con gran sensibilidad, logra capturar la realidad de los hogares, a los que se les ha impuesto una verdad, que ha sido desacreditada en numerosas ocasiones. El filme, alterna los testimonios de los padres, que desconocen lo que ha sucedido con sus hijos, con los espacios vacíos que el futuro de estas familias esperaba habitar, adornado ahora solo por unos objetos que cogen polvo. La película se detiene donde el tiempo ha quedado suspendido, igual que las familias de los jóvenes, quienes temen abandonar su búsqueda, puesto que esto significaría perder la esperanza de que algún día puedan volver a reencontrarse con ellos, a verlos vivos. Como antes de aquella noche de 2014, en la que se los llevaron…