En Guatemala, como en Ruanda, Camboya y otras dictaduras crueles, los militares y sus secuaces masacraron comunidades enteras, y los supervivientes no consiguen acabar el duelo. De la dictadura militar instaurada a finales de los años 70 en Guatemala surgió una guerra civil que no terminó hasta veinte años después, dejando más de 200.000 muertos y enterrando la memoria de 40.000 desaparecidos. Con Nuestras madres, que compitió en la Semana de la Crítica de la 72ª edición del Festival de Cannes, Cesar Díaz muestra memoria y resiliencia. Su película surge como un grito en el silencio histórico que rodea a la desconocida masacre, cuyas víctimas fueron esencialmente indios, y presenta el retrato desgarrador de una madre y su hijo, Ernesto, que no trabaja para ayudar a los vivos sino para reparar el recuerdo de los muertos, localizándolos e identificándolos, ya que es antropólogo y destapa fosas comunes. Una película impactante, sencilla en su planteamiento pero que dejará una huella imborrable en el espectador.