por Adelaida Valcarce
Tras su exitoso paso por el Festival de San Sebastián, donde consiguió el galardón a la Mejor Fotografía, y su presentación en la 18ª edición del Festival de Cine Alemán, llega por fin a las salas comerciales la esperada El Capitán. El film narra la historia real de un soldado alemán de 19 años, que en las postrimerías del nazismo encuentra un uniforme de un alto oficial de la SS y suplantando el cargo, inicia una delirante carrera hacia el horror más absoluto, acabando convertido en el más sanguinario y brutal de los capitanes de las Schutzstaffel a modo de justiciero exprés con el hipotético apoyo del propio führer. Todo esto sucede mientras crece la desorganización del ejército alemán, cuando ya sólo unos pocos pensaban en ganar la guerra.
Aunque a simple vista, El capitán pueda parecer una película más sobre el genocidio, el film va mucho más allá, adentrando al espectador en la barbarie y la sinrazón de un mundo en declive, buscando comprender el contexto histórico y social en el que se produjeron los hechos. La película no pretende juzgar, sólo mostrar y que el espectador saque sus conclusiones: ¿qué haríamos en una situación como la que muestra la película?, ¿seríamos capaces de vislumbrar el sinsentido y lucharíamos contra él?, ¿o por el contrario miraríamos hacia otro lado? Este subtexto puede verse como un ejemplo más del experimento Milgram, estudio de psicología social que demuestra como la mayoría de las personas no duda en dañar a otros, si alguien con suficiente autoridad lo exige.
Son todos estos interrogantes, desazonadores, los que nos interpelan durante el visionado de la cinta, situándonos en una posición tan incómoda como necesaria. El mérito es para el cineasta Robert Schwentke (saga Divergente), quien alejado de los oropeles hollywodienses, ha penetrado en la oscuridad del mal no sólo metafóricamente, sino realmente valiéndose de un poderoso blanco y negro. De esta forma consigue la distancia necesaria para que el espectador pueda visionar el metraje con cierto despego. En la rueda de prensa de presentación de su film, el propio Schwentke afirmaba que todos los actores sin excepción sufrieron emocionalmente durante el rodaje, viéndose sobrepasados en muchas ocasiones. Y es que es difícil asistir a la degradación de seres humanos en aras de un proyecto suicida y en unas circunstancias extremas. Y si bien constatando que el reparto coral funciona a la perfección, muy especialmente deberíamos destacar la actuación impactante de Max Hubacher en el papel del falso oficial Herold, quien logra ponernos la piel de gallina con su paso de desertor a ángel de la muerte de Hitler.
El capitán es una película pues que invita a la reflexión y que viene unirse cintas que van más allá de la simple recreación histórica. Dentro de este grupo cabe recordar a la estupenda El hijo de Saúl de László Nemes en 2015, de obligado visionado para todo amante del buen cine.
