And then we danced, fue la primera película de este domingo en el teatro Calderón, que arrancó los primeros aplausos de la mañana. Una película con actores nóveles, donde el protagonista fue elegido a través de Instagram, según cuenta su director.
Levan Akin viajó a sus raíces para mostrar la brecha generacional en Georgia, donde la homosexualidad es un tabú incluso para rodar una película.
Le realizador sueco con raíces Georgianas, decidió volver a la tierra de sus antepasados para hacer una película sobre la importancia de ser libres, según sus palabras.
Fue precisamente en Tiflis, en 2013 donde asistió a un intento de desfile del Orgullo Gay que se topó con un ataque directo de miles de personas espoleadas por la Iglesia Ortodoxa.
El equipo de producción y rodaje tuvo ocasión de vivir en carne propia hasta qué punto esta cuestión es importante, tal como narra el propio director: Al principio pedimos al prestigioso Ensemble Sukhoshvili que nos ayudara con la película, la elección de los bailarines, etc. Nos dijeron de inmediato que la homosexualidad no existía en el baile georgianos, y nos pidieron que nos fuéramos.
La película narra la historia de Merab (Levan Gelbakhiani), un prometedor bailarin de la Compañía Nacional de Danza de Georgia que trata de masculinizar al máximo su depurada técnica mientras se enamora del nuevo compañero del grupo Irakli (Bechi Valishvili), y descubre que es gay. La homosexualidad no solo es un tabú social, sino también motivo de expulsión de la compañía por lo que es preferible mantenerlo en secreto como le aconseja a Mareb su compañera de baile desde la infancia , Mary (Ana Javakishvili).