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El maestro jardinero

El maestro jardinero

Ángel Sanz Crespo

LOS ÚLTIMOS MAESTROS DEL NUEVO CINE AMERICANO

Da un poco de pereza ponerse a pensar en la filmografía de Paul Schrader, tanto de guionista como de director, en relación a los temas de la expiación, la redención, la salvación y el perdón. Parece que fue ayer cuando se reunía el equipo de Taxi Driver para celebrar el 40 aniversario de la película… No fue ayer, sino en 2016. En tres años la película cumplirá medio siglo y el propio Paul Schrader cumplirá 80 años.

Al igual que sus compañeros de generación que se mantienen activos, Spielberg (76 años) y Scorsese (80 años), Paul Schrader sigue teniendo algo que contar y, en este caso, lo hace al nivel de las precedentes El Reverendo y El Contador de Cartas.  No sé si todos ellos (voy incluir también a Coppola que espero estrene Megalópolis en 2024) nos llevan narrando lo mismo desde hace décadas. De lo que estoy seguro es que es un  placer que sus películas me hayan acompañado la mayor parte de mi vida y me parece sorprendente que en la actualidad lo sigan haciendo (y más en una sala de cine).

MANUAL DE REDENCIÓN SCHRADER, SIGUIENTE NIVEL

Retomo a El Maestro Jardinero. La película arranca con unas bellas e hipnóticas imágenes de unas flores abriéndose a las que acompaña una música a cargo de Devonté Hynes. Una belleza que desconcierta lo justo para bajar la guardia y dejarse envolver por la historia de los jardines, sus tipos y sus funciones…

Como dije al principio, Schrader vuelve al tema de la expiación de la culpa, de la necesidad del sacrificio para limpiar un pasado, de la redención, del nuevo comienzo, de la posibilidad de la liberación,  de la salvación que ofrece una mano tendida en un momento preciso, de la vuelta al orden, a una rectitud y a un estado de paz. Todo lo estable y ordenado está representado por el jardín del maestro jardinero. Un protagonista de vida sencilla, que escribe sus ideas y pensamientos en un cuaderno sobre un sobrio escritorio (una imagen bressoniana que se perpetúa en el cine de Schrader).

El relato fácil del camino de la segunda oportunidad sería una postal zen: el maestro enseña el camino al pequeño saltamontes y poco a poco el pequeño saltamontes se convierte en un nuevo sensei. Pero la vida y el propio cine ya nos dice que en cuanto hay un pasado que puede volver, ese pasado vuelve;  que los demonios no terminan de desaparecer; que si hay posibilidad de pulsión sexual, habrá sexo; que si aparece una pistola, habrá disparos y que si de día estás al cuidado de un bello jardín que ocupa tus quehaceres, de noche no hay jardín que te salve de las pesadillas.

TRIÁNGULO AMOROSO Y DE PODER CON EQUILIBRIO ZEN

Y ahí está el acierto, con un estilo narrativo limpio y sencillo, obviando la línea recta que une dos puntos e incluso pensando en una forma redonda que pasará «x» veces por el mismo punto. Una vez vista la película, puedo pasar mucho tiempo pensando en quién salva a quién. Lo que me queda más claro es que el poder del amor se comporta como el poder del odio.

Por último, y con respecto al triángulo actoral de El maestro jardinero, formado por Joel Edgerton, Sigourney Weaver y Quintessa Swindell, decir que hacen prevelecer la precisión escénica y la contención interpretativa en beneficio del conjunto. Creo que no se puede decir nada mejor del trabajo de un actor.

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